Bajo ese nombre se denominó a cierto tipo de delincuentes juveniles, la presente obra de Fernando Calvo, alejada de los bucólicos campesinos y de los icónicos “presentes” del Banco Central, enraizados en la tierra y brotando en un medio urbano, todos son un homenaje al hombre. El ser humano, que sueña, que es parte de la cultura y la anti cultura, dialéctico, infinito.
Nos preguntamos al ver en esta obra, en su mirada desafiante, sus manos ante la sociedad, logró vencer la adversidad o fue preso del castigo de los hijos de Lauconte, triturado por las culebras heredadas de su padre y el entorno que lo atropella.
El Club se engalana con esta obra temporalmente expuesta y demuestra que, en la cultura y el arte, se encuentra parte de la redención de este pasajero homo sapiens.
“Quien no sueña, está condenado a creen en lo que ven sus ojos”
Juan Zéngaro.